“Hermandad rafaelina” es una serie en la que relaciono obras originales y fotografías de Betty y Miguel Flores, los artistas más importantes de mi ciudad Rafaela, con piezas de mi autoría.
De chica trabajé en una galería de arte que había en Rafaela que se llamaba Ahrus. Ahí conocí a Betty Flores de Beltramino, la hermana de don Miguel Flores, el primer pintor de mi ciudad. Un hombre que dictaba clases de pintura al plein air en la Plaza 25 de mayo. Sus saberes tuvieron tal impacto que decidieron ponerle su nombre a la escuela municipal de arte Liceo Miguel Flores, institución a la que asistí durante mi infancia.
Betty, injustamente, no tuvo mucha trascendencia historiográfica. Sus obras se componían de paisajes desolados realizados en óleo pastel que dominaba con gran sensibilidad. Un día me contó que mi bisabuelo Marcelo vino de Nijar España con sólo ocho años y fue directo a su casa, a la de los Flores en Rafaela. Allí lo recibió su familia donde vivió sus primeros años en este país. Desde que me transmitió esa historia me gusta reconocerme como parte de esa filiación.